En 2024, el alarmante 72% de las enfermedades profesionales en Chile fueron vinculadas a diagnósticos de salud mental, de acuerdo con informes recientes de la Superintendencia de Seguridad Social (SUSESO). Este dato no solo es una llamada de atención para las autoridades de salud, sino también para las empresas que deben reconfigurar sus estrategias de prevención y apoyo emocional. La prolongación de las licencias médicas, que alcanzó un promedio de 39 días, revela la magnitud del problema, convirtiendo la salud mental en un reto que afecta la productividad de los trabajadores y la sostenibilidad de las organizaciones en el país. La creciente prevalencia de trastornos como la ansiedad y la depresión requieren una acción decidida y reflexionada por parte de los empleadores.
El informe del SUSESO indica que el incremento de diagnósticos de salud mental ha sido notable en los últimos cinco años, con un aumento de más del 130%. Esta realidad exige que las empresas adopten un enfoque proactivo y compasivo, donde el liderazgo empático juegue un rol fundamental en la creación de un ambiente laboral más saludable. La psicóloga Paz Pérez Faúndez subraya que las organizaciones deben ser conscientes de su responsabilidad social y emocional. Es fundamental implementar acciones concretas que no solo favorezcan la salud mental de sus colaboradores, sino que también fortalezcan el vínculo entre el personal y la empresa.
De acuerdo al «Termómetro de Salud Mental Achs-UC 2025», la soledad y la exclusión social son una problemática destacada entre los trabajadores, especialmente aquellos de entre 30 y 39 años. Este grupo presenta una notable insatisfacción laboral y altos niveles de depresión y ansiedad. Pérez enfatiza que, a pesar de que los niveles de enfermedades mentales no han aumentado, la estigmatización ha disminuido, permitiendo a más personas compartir sus experiencias y buscar ayuda. Este cambio cultural es clave para que las organizaciones fomenten un ambiente donde hablar de salud mental sea normal y considerado prioritario para el bienestar colectivo.
El informe revela que un 52% de las denuncias por enfermedades profesionales están relacionadas con trastornos de salud mental, siendo las mujeres las más afectadas, con una tasa del 73%. Este dato plantea un desafío adicional para las empresas, que deben abordar las desigualdades de género y la carga emocional que enfrentan muchas trabajadoras. Según Pérez, es crucial que las organizaciones incorporen una perspectiva de género en su gestión de la salud mental, creando programas de acompañamiento y espacios de diálogo que promuevan un ambiente equitativo y solidario, empoderando a todos los trabajadores en su proceso de sanación.
En respuesta al creciente desasosiego en el ámbito laboral, el Ministerio de Salud ha lanzado la primera campaña estatal de salud mental con el lema «Estigmatizar cierra puertas. Abramos la conversación». Esta iniciativa resalta la importancia de romper el silencio sobre los problemas de salud mental, impulsando un diálogo abierto que puede transformar la cultura organizacional. Pérez resalta que un clima laboral solidario puede ser el pilar fundamental para mitigar la sensación de exclusión que sienten muchos trabajadores. En este contexto, las empresas deben priorizar el bienestar de sus colaboradores y centrarse en sus necesidades, promoviendo una cultura que valore la salud mental como un eje clave para el éxito organizacional.






