La propuesta de externalizar centros de detención de migrantes fuera del territorio de la Unión Europea, inspirada en el modelo impulsado por la primera ministra italiana, Giorgia Meloni, ha desatado una fuerte polémica y división entre los miembros del bloque europeo. Si bien algunos líderes consideran esta opción como una medida eficaz para gestionar los flujos migratorios, otros advierten que podría vulnerar los derechos humanos y comprometer los principios de solidaridad que defiende la UE.
El modelo italiano y el caso de Albania
El debate se ha intensificado tras el envío de 16 migrantes desde Italia hacia un centro de detención en Albania, el cual es gestionado por las autoridades italianas. Este traslado se enmarca en el acuerdo de externalización firmado en 2023 entre ambos países, mediante el cual Italia financia la gestión del centro a cambio de que Albania reciba a los migrantes mientras se procesa su solicitud de asilo. Cabe destacar que, aunque Albania es un país europeo, no forma parte de la UE.
A pesar de que Italia defendió la medida argumentando que solo serían enviados hombres adultos no vulnerables, el traslado ya ha presentado problemas: cuatro de los 16 migrantes tuvieron que ser retornados a Italia al descubrirse que dos eran menores de edad y los otros dos se encontraban en situación vulnerable. Este incidente ha generado duras críticas de ONGs y defensores de derechos humanos, quienes consideran que esta política podría violar los estándares internacionales de protección a los migrantes.
La postura dividida dentro de la UE
A pesar de las críticas, algunos países del bloque ven este modelo como una opción a seguir para reducir la presión migratoria en Europa. El 17 de octubre, líderes de 11 países europeos se reunieron con la presidenta de la Comisión Europea, Ursula von der Leyen, para discutir la posibilidad de aplicar medidas similares en otros países terceros considerados seguros.
Entre los asistentes se encontraban representantes de Gobiernos de ultraderecha, como Hungría o Italia, pero también líderes de derecha moderada, como Grecia y Polonia, e incluso socialdemócratas como Dinamarca. Von der Leyen, alineada con el Partido Popular Europeo, se mostró abierta a explorar estas propuestas, aunque con un tono más moderado que líderes como Meloni o el húngaro Viktor Orbán.
Por otro lado, varios países influyentes de la UE han mostrado un rechazo claro a esta iniciativa. Entre los principales opositores se encuentran España y Bélgica, cuyas voces lideran el bloque contrario a esta política.
- Pedro Sánchez, presidente del Gobierno español, afirmó que la deportación de migrantes “no soluciona problemas, sino que crea otros nuevos”, y propuso que se anticipe la aplicación del Pacto de Migración y Asilo para el verano de 2025.
- Alexander De Croo, primer ministro belga, argumentó que los centros de expulsión no son una solución eficaz para gestionar el fenómeno migratorio.
En esta misma línea se expresaron también el presidente francés, Emmanuel Macron, y el canciller alemán, Olaf Scholz. Macron enfatizó que, aunque es partidario de mejorar los mecanismos de retorno hacia los países de origen, es escéptico sobre la externalización de migrantes a terceros países. Scholz añadió que esta medida no sería viable para una nación como Alemania, ya que los centros quedarían rápidamente desbordados y acarrearían costos significativos.
Ruanda: un antecedente polémico del Reino Unido
La propuesta italiana recuerda al intento del Reino Unido de externalizar migrantes hacia Ruanda, un plan que generó controversia desde su presentación en 2022. El acuerdo pretendía enviar a migrantes ilegales y solicitantes de asilo a este país africano, donde se procesarían sus solicitudes y, en caso de aceptación, serían reasentados allí. Sin embargo, el proyecto fue paralizado por los tribunales británicos tras una ola de demandas que cuestionaban la legalidad y humanidad del plan.
Finalmente, la victoria del laborista Keir Starmer en las elecciones terminó por enterrar el proyecto. Solo cuatro migrantes llegaron a Ruanda, y lo hicieron de forma voluntaria.
Una disputa ideológica dentro de Europa
El debate sobre la externalización de migrantes refleja una creciente influencia de las ideas de la ultraderecha en Europa, que, aunque no ha logrado una mayoría significativa en el Parlamento Europeo, ha conseguido que algunas de sus propuestas penetren en los discursos de partidos más tradicionales. Esto se evidencia en el cambio de postura del Partido Popular Europeo y en el interés de algunos socialdemócratas nórdicos por explorar medidas más restrictivas en materia migratoria.
La división interna de la UE frente a este tema subraya las tensiones entre los valores solidarios y humanitarios que tradicionalmente ha defendido el bloque y las presiones políticas para limitar la llegada de migrantes. La decisión sobre si avanzar con esta política tendrá repercusiones importantes no solo en la gestión migratoria, sino también en la cohesión interna del proyecto europeo.