En el mundo de la salud, uno de los temas que ha generado controversia es el consumo de agua con gas y su relación con la salud renal. Muchos aseguran que esta bebida puede provocar daños en los riñones debido a su acidez y contenido de sodio, lo que ha llevado a la circulación de varios mitos. Sin embargo, expertos aseguran que, en general, el agua con gas no presenta un riesgo significativo para los riñones de personas sanas. La preocupación principal se centra en casos específicos donde el consumo de agua carbonatada podría ser contraproducente, especialmente en individuos con problemas renales preexistentes o que padecen hipertensión.
Los mitos sobre el agua con gas y los riñones provienen de una serie de supuestos erróneos, que comparan esta bebida con los efectos dañinos de los refrescos azucarados. A lo largo del tiempo, esto ha llevado a la percepción equivocada de que la carbonatación y la acidez del agua con gas perjudican los riñones, aumentando el riesgo de cálculos renales y ejerciendo presión sobre estos órganos. Sin embargo, investigaciones científicas recientes han desmentido estas afirmaciones, confirmando que el agua con gas es segura para la mayoría de las personas cuando se consume de manera moderada.
El agua con gas se obtiene mediante la adición de dióxido de carbono a agua purificada, generando burbujas que la hacen más atractiva para quienes buscan una alternativa refrescante. Aunque algunas marcas adicionan minerales como sodio y magnesio, estos están presentes en cantidades tan bajas que no representan un riesgo para la salud renal. Además, muchas opciones disponibles son libres de azúcares y calorías, lo cual las convierte en una elección más saludable en comparación con bebidas azucaradas. Al mismo tiempo, los expertos enfatizan la importancia de no sustituir el consumo de agua natural con agua con gas, ya que esta última carece de los minerales esenciales que el cuerpo necesita en mayores cantidades.
Aunque el agua con gas se considera generalmente segura, las personas con condiciones de salud específicas como enfermedad renal crónica o hipertensión deben tener cuidado con el consumo de bebidas carbonatadas. Las embotelladas con alto contenido de sodio pueden provocar retención de líquidos y poner en tensión a los riñones, por lo que su ingesta debe ser moderada. Asimismo, se sugiere que quienes sufren de problemas gastrointestinales eviten el agua con gas para prevenir síntomas como hinchazón o malestar.
Finalmente, los especialistas destacan que mantenerse bien hidratado es crucial para la salud renal, y el agua con gas puede ser parte de esta estrategia de hidratación, siempre que se elija con cuidado. Para maximizar los beneficios y evitar problemas, es recomendable limitar el consumo a uno o dos vasos al día, optar por versiones bajas en sodio y evitar beberla con comidas pesadas. La clave está en equilibrar el disfrute de esta bebida efervescente sin descuidar la hidratación adecuada que proporciona el agua natural.






