‘Tierras Perdidas’, la última película de Paul W.S. Anderson, ha llegado a las salas de cine con una propuesta de épica desbordante y un despliegue notable de CGI. Sin embargo, a pesar de su empeño por mantener la emoción desde el primer momento, la película parece perder el rumbo y, tras una frenética carrera, se estrelló en la taquilla. Esta adaptación de una historia corta de George R.R. Martin, que cuenta con la participación de estrellas como Milla Jovovich y Dave Bautista, parece ser un intento fallido de trascender a un producto que, sin lugar a dudas, podría haber encontrado mejor destino en un videoclub de antaño. Sorprendentemente, el presupuesto de ‘Tierras Perdidas’ asciende a 50 millones de dólares, de los cuales apenas ha recuperado cinco, desafiando las expectativas de ingresos de una producción de tal magnitud.
Basada en el escrito de George R.R. Martin, la película no logra hacer justicia a la rica narrativa de su fuente de inspiración. La historia se ve oculta tras una confusión constante, donde el tiempo dedicado a explicar cada escenario y acción distrae al espectador. La falta de cohesión se acentúa por un montaje pesado y actuaciones exageradas que no logran aportar nada significativo a los personajes. Desde el primer hasta el último minuto, Anderson apuesta por una epicidad superficial, acercándose más al estilo de un videoclip sin alma que al desarrollo narrativo que la historia intenta ofrecer. De esta manera, el CGI se convierte en una mera herramienta de distracción, que en lugar de enriquecer la experiencia cinematográfica, acaba por diluirla.
Pese a sus numerosas falencias, ‘Tierras Perdidas’ presenta una idea básica que podría haber dado pie a algo mejor. En algunos momentos aislados, el guion ofrece giros que podrían ser interesantes, aunque la película nunca llega a explorar estos puntos a fondo. Sin embargo, la constante búsqueda de una épica sobrecargada eclipsa la capacidad de disfrutar de un relato que podría haber sido más parchado y divertido. En un contexto actual donde muchos cineastas buscan conectarse genuinamente con su audiencia, esta producción parece olvidar que el humor y la autocrítica pueden ser clave para transcender la mediocridad. Quizás un poco más de ligereza ayudaría a que el espectador no se sintiera tan abrumado por los efectos visuales incesantes.
La propuesta estético-narrativa de ‘Tierras Perdidas’ se sitúa en una fantasía post-apocalíptica que combina elementos medievales y steampunk. Aunque este universo puede sonar intrigante, la realidad es que su ejecución deja mucho que desear. La falta de un sentido claro y coherente provoca que las expectativas se desmoronen como un castillo de naipes. Al final, la película parece rendir un homenaje a las producciones de bajo presupuesto de los años 80, aunque no logra captar la magia de aquellas propuestas más ingeniosas. Los personajes, planos y sin profundidad, junto a efectos que parecen salir de un taller apresurado, no logran ofrecer la satisfacción que se podría esperar de un filme con tales ambiciones.
Con todo lo dicho, ‘Tierras Perdidas’ se convierte en un entretenimiento resbaladizo y doloroso que no logra enganchar al espectador como debería. Es difícil catalogarla como un verdadero placer culpable, ya que la frustración supera las risas que podría provocar. Aquellos que opten por ver esta película quizás se encuentren buscando el botón de pausa para dejarla para otro día, con la certeza de que una segunda oportunidad no es algo que piensen considerar. Al final, el filme representa un triste recordatorio de que las apuestas altas en términos de presupuesto no siempre se traducen en una experiencia cinematográfica satisfactoria. Así, lo que podría haber sido un encantador regreso a las aventuras fantásticas, se transforma en un ejercicio fallido que deja al espectador deseando más de lo que se le ofreció.
